Enfrente de las demás te mostraba como un trofeo que pocas personas tenían la dicha de alzar, es decir, la codicia de todos los apasionados, las hacia sentir inferiores por la simple satisfacción personal. Esa era mi característica principal la razón más importante de mí vivir, la superioridad en todos los ámbitos, en el amor especialmente, ya que todos tratan de buscar la perfección en eso.
Si lo admito te uso porque mi mente me hace una de las mejores jugadas en la cuales he vivido. Te seguí y participe en tu juego con la simple ilusión de que algún día me llegara a enamorar de verdad, pero con tristeza ví que contigo yo no tenia un propósito, después de darte el mundo, te hice feliz como a nadie en el mundo, pero eso no era reciproco. Tus mejores pases eran por medio de poemas una gran forma de despertar el lado sentimental de las mujeres, pero para mi eran pocos, simples palabras en forma de un desahogo sin desván, no surten efecto en mi; era tan difícil solamente cumplir los deseos carnales de aquella fiel seguidora tuya, creo que no, pero para ti era imposible. Me buscaba a otras personas para satisfacer con mis necesidades ya que tú eras inepta y todavía lo eres.
Si te sientes culpable por haberme supuestamente herido, no lo hagas; ya que yo estoy perfectamente bien, pero si eso te hace sufrir como una especie de castigo te alentó a que sigas en eso. Ya no lo intentes arreglar, todo lo que podía hacer contigo ya lo realicé, aparte ya se estaba volviendo un poco monótono todo eso; me canse de esperar que tú reaccionaras y te dieras cuenta de que me tenías en tus brazos. Un amigo me alentó para tratar de reparar un error tuyo pero yo realmente me encontraba con las manos atadas ya que no te puedo obligar pero lo mejor fue que el mismo amigo que me dijo eso me grito que me alejara de ti ya que yo era un juego, siempre tuve sospechas de eso pero las suprimí porque lastimosamente me estaba volviendo ciega, yo solo veía una décima parte de la gran realidad en la cual vivía y todo fue por la simple causa de que me estaba volviendo dependiente de ti.
Nada más te digo: "Que estés chévere". (La frase que siempre empleaste con un alto grado de frialdad sin importarte mis sentimientos y situaciones en las cuales vivía. Siempre te quise contestar "no hace falta que lo digas porque no te importa realmente")
"Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos"
Pablo Neruda
